Según los informes, el arma que pertenecía al legislador se disparó en dos ocasiones durante el operativo, uno de cuyos proyectiles quedó incrustado en el marco de la puerta de su habitación.
El análisis balístico también reveló que el subcomisario Carlos Darío García, quien participó en la intervención, disparó cinco veces desde su arma. Tanto él como el suboficial Pablo Torales, también involucrado en el operativo, dieron positivo a plomo, bario y antimonio, lo que indica que ambos estuvieron en contacto con residuos de disparos de arma de fuego.
Además, la remera de Gomes también dio positivo a plomo, bario y nitrito, lo que podría sugerir que el fallecido estuvo en contacto con el arma de fuego en algún momento del enfrentamiento.
Por otro lado, la autopsia realizada al cuerpo de Lalo Gomes confirmó que su muerte fue causada por disparos de alta velocidad, que provocaron la destrucción completa de su corazón.
No obstante, los forenses descartaron que hubiese sido objeto de torturas o malos tratos antes o después de su fallecimiento. Asimismo, las muestras tomadas de sus manos y antebrazos dieron positivo a plomo, bario y antimonio, aunque no se encontró evidencia de que el diputado haya disparado directamente el arma. Las pruebas de nitrito, un componente común en los disparos, dieron negativo en todas las muestras tomadas de su cuerpo.
La investigación, que aún está en curso, busca esclarecer las circunstancias exactas de la muerte de Gomes, quien estaba vinculado a un esquema de corrupción que involucraba a su familia y al criminal brasileño Jarvis Chimenes Pavão.