El obispo de Caacupé ha ofrecido una perspectiva detallada sobre los desafíos inmensos que aguardan al próximo Papa, tanto dentro de la Iglesia como en el ámbito mundial. Subrayó que el mundo actual está experimentando un giro vertiginoso, con constantes novedades y el avance imparable de la tecnología, mientras que aquellos que buscan hacer el bien avanzan, “el que hace el mal nunca descansa” refirió.
Manifestó que además de los problemas mundiales, la Iglesia misma enfrenta grandes desafíos internos. El obispo mencionó la aparición de lo que podríamos llamar “nuevos pecados”, incluyendo abusos de todo tipo, no solo sexuales, sino también de autoridad y de documentos, entre otros.
Ante este panorama desafiante, el obispo compartió su parecer personal sobre las cualidades humanas y pastorales esenciales que debe tener el próximo Papa. Destacó la necesidad de volver a las fuentes, a las raíces de la enseñanza de Jesús. Citó que la iglesia “está para ayudar, no para solucionar": “Está para que cada ser humano recupere su dignidad y viva como verdadero hijo de Dios. Es la meta fundamental de la iglesia”.
