El evento, que se desarrollaba con un ambiente pacífico, se vio interrumpido por la aparición de rencillas que requirieron la presencia policial. La intervención fue necesaria, según reportes, debido a que personas que se encontraban en “estado tílico” empezaron a lanzar piedras y botellas, transformando la fiesta religiosa en una “batalla campal”.
Los devotos de la Virgen de las Mercedes fueron captados huyendo y corriendo del lugar mientras la policía intervenía. Sin embargo, los pobladores también protestaron contra el procedimiento policial, calificándolo de incorrecto y extremadamente violento, alegando que los agentes de Lince entraron “con los tapones altos”. Testigos describieron cómo la policía comenzó a arrojar lacrimógeno y a disparar por todos lados, e incluso empezaron a lanzar botellas y piedras hacia las casas.
Estos actos provocaron que varias personas fueran hospitalizadas, incluyendo una señora embarazada que se cayó y una mujer que casi se desmayó tras caerse, teniendo que ser trasladada a un centro asistencial.
El saldo del disturbio incluyó varios heridos y detenidos. Además se confirmó que varios uniformados resultaron heridos y tuvieron que ser derivados a un hospital para recibir atención médica.