Las vendedoras señalan que la carne de primera se compra entre 67.000 y 70.000 por kilo, mientras que la de segunda ronda los 45.000. Además de la carne, otros productos esenciales como el locote, que nunca antes había alcanzado los G. 20.000 o G. 25.000 el kilo, y el tomate, que no baja de G. 20.000, también contribuyen al aumento generalizado de los costos, incluyendo verduras y frutas utilizadas en ensaladas y jugos.
Frente a esta coyuntura, las cocineras del Mercadito N° 1 se ven obligadas a implementar diversas estrategias para intentar mantener sus negocios a flote. Algunas optan por servir porciones ligeramente más pequeñas o, en su defecto, cobrar un poco más por los platos, con aumentos que rondan los G. 1.000 o G. 2.000. Por ejemplo, un plato que antes costaba 15.000 ahora se vende a 17.000. Otra medida para compensar es añadir un poco más de mandioca o arroz en los guisos, resultando en platos con “más arroz que carne”. A pesar de los aumentos en los insumos, algunas vendedoras se esfuerzan por mantener sus precios lo más estables posible, conscientes de que sus clientes son en su mayoría empleados con salarios mínimos y un alza excesiva podría ahuyentarlos.
Es común que los clientes adquieran, por ejemplo, una tortilla para la media mañana y otra tortilla con dos empanadas para el almuerzo. Las cocineras del mercado confirman que todos los precios están aumentando, no solo la carne. La preocupación es palpable, ya que el incremento continuo de los insumos amenaza la sostenibilidad de estos negocios.