El nombre elegido por el nuevo pontífice, León XIV, no es casual ni neutro: rinde homenaje directo a León XIII, uno de los papas más influyentes de la historia moderna de la Iglesia Católica. Vincenzo Gioacchino Pecci, quien fue papa entre 1878 y 1903, dejó un legado de apertura, pensamiento social y diálogo con los cambios de su tiempo que aún hoy resuena.
El papado de León XIII, uno de los más largos (25 años), se caracterizó por su intento decidido de reconciliar la Iglesia con la modernidad. Supo leer los desafíos del mundo industrial y las ideologías emergentes como el socialismo y el liberalismo, sin renunciar a la doctrina, pero apostando por el diálogo y el compromiso con la justicia social.
Su encíclica Rerum Novarum (1891), considerada la base de la Doctrina Social de la Iglesia, abordó por primera vez de manera clara la cuestión obrera, la dignidad del trabajo, el rol del Estado y los derechos de los trabajadores frente al capitalismo salvaje y la explotación. Fue un gesto valiente que colocó a la Iglesia del lado de los más vulnerables.
Nacido en el seno de una familia noble en los Estados Pontificios, Pecci destacó desde niño por su inteligencia. Se formó en el colegio jesuita de Viterbo y luego en la Academia Eclesiástica de Nobles de Roma, donde obtuvo doctorados en teología y derecho. Su carrera incluyó roles diplomáticos y pastorales: fue nuncio en Bélgica, obispo de Perugia por más de tres décadas, y luego cardenal.
Durante su ministerio, León XIII se enfocó en promover la educación, el tomismo como respuesta al materialismo del siglo XIX y el compromiso social del clero. Fue un papa profundamente intelectual, pero también práctico, que entendió que el mensaje evangélico debía traducirse en acciones concretas ante los nuevos retos del mundo.
Hoy, León XIV, al elegir ese nombre, envía una señal simbólica pero poderosa: quiere una Iglesia que continúe el camino del diálogo con el mundo, que no tema a los desafíos contemporáneos y que, como en tiempos de León XIII, se sitúe junto a los más necesitados. El nuevo papa parece inspirarse en aquel modelo de liderazgo sereno, doctrinalmente firme pero pastoralmente abierto.
En un momento en que la Iglesia vuelve a debatirse entre apertura y tradición, la figura de León XIII emerge como un puente. Y su heredero espiritual, León XIV, tiene ante sí el desafío de seguir construyendo sobre ese legado.