Gloria relató la escalofriante experiencia que comenzó hace unos cuatro días, cuando su expareja la amenazó para llevarla, bajo la advertencia de que lastimaría a su madre y familia. Ella cedió, motivada por la esperanza de que él “cambiaría”, una promesa recurrente del agresor. Sin embargo, el sábado, su agresor comenzó a beber y la golpeó ininterrumpidamente durante toda la noche con un machete y una “pata de cabra”, una herramienta de hierro pesada. Las heridas fueron “sumamente graves”, afectando su rostro, cabeza, abdomen y piernas. Además de los golpes, también la mordió en varias partes del cuerpo, arrancándole casi un pedazo del labio. Tras la golpiza inicial, la madre del agresor la llevó a su habitación y la mantuvo encerrada, negándose a llamar a la madre de Gloria, quien pedía auxilio desesperadamente.
Afirmó que esta no era la primera vez que sufría violencia por parte de Hugo Javier Barreto (agresor), con quien mantuvo una relación por dos años y a quien había dejado hace aproximadamente un mes debido a las agresiones. Gloria reveló tener “cicatrices” en todo el cuerpo, y que hace años él le había fracturado un dedo con un machetazo, dejándola con problemas permanentes. A pesar de los ataques previos, ella nunca lo había denunciado, en parte por miedo a que fuera a la cárcel y también porque todavía sentía algo por él. La joven confesó que vivía con miedo constante, ya que su expareja la amenazaba con matarla, y la celaba al punto de golpearla sin piedad si la encontraba con amigos o amigas.
Se confirmó que Barreto, es adicto a la marihuana, el crack y el alcohol, y que además tenía una orden de captura pendiente por otro hecho. Aún más alarmante, Gloria afirmó que él ya había matado a uno de sus amigos en el barrio sin haber recibido ninguna denuncia ni condena por ese homicidio, lo que aumentaba su temor. La madre del agresor era cómplice, encubriéndolo y evitando que se supiera de sus acciones por miedo a que su hijo volviera a prisión.
La terrible situación de Gloria llegó a su fin cuando una amiga la visitó la noche del domingo. Al escuchar a su amiga preguntar por ella, Gloria salió y pidió “socorro”, suplicando que la llevaran a casa de su madre. El agresor no quería que Gloria se fuera, pero su amiga se interpuso y amenazó con llamar a la policía, logrando así que Gloria escapara, a pesar de que la madre del agresor se oponía.