Emanuel Carrillo (hermano) relató la conmoción al ir a reconocer el cuerpo de su hermana y encontrarse con personas que buscaban “aprovechar” la situación y convertir el dolor familiar en un negocio. Lo que más sorprendió al joven fue la rápida aparición de dos vehículos o ambulancias frente a su casa, quienes ofrecían llevarlo y le dictaban lo que debía hacer respecto a la denuncia y los seguros. Lamentó profundamente que a estas personas “no les importa el dolor” y que jueguen con la muerte.
El cuestionamiento principal de Emanuel se centró en la “maldad que existe” en la industria fúnebre, donde los “funebreros” disputan literalmente al fallecido, viendo a la familia como un “cliente” y al ser querido como la “razón de ser de la subsistencia de ellos”. El hermano de Milka destacó que él y su familia, al ser personas trabajadoras, preparadas y con respaldo económico, pudieron mantenerse firmes y no dejarse manipular. Sin embargo, reflexionó sobre aquellas personas que no tienen estudios ni respaldo, quienes son vulnerables y se dejan manipular por esas empresas en un momento de gran dolor emocional.
La pérdida de Milka deja un vacío, no solo familiar, sino en la comunidad docente, pues el rol de “maestra sombra” es una tarea altruista y esencial que, según manifestaciones previas, ya sufre de abandono en términos salariales y falta de personal.
Por último, recordó a su hermana como una persona excepcional, llena de vida y dispuesta a dar su vida por los demás, conocida por su amor al servicio y la calidad humana. Mencionó que ella estaba preparada para trabajar tanto con niños de primaria como de secundaria y se destacaba por ayudar a niños con capacidades diferentes. Además, era también voluntaria de la Fundación Payasonrisas.