Según los resultados, no se encontraron lesiones traumáticas que pudieran haber ocurrido antes de la muerte (premortem). Las únicas lesiones observadas fueron a nivel de la piel y están representadas por la acción de la fauna acuática, específicamente por peces. Estas lesiones no son vitales ni tienen características que sugieran que se produjeron antes del fallecimiento.
Lo que no se puede determinar es si el joven se lanzó, fue lanzado desde lo alto del Puente Remanso (en cuyas cercanías bajó de un vehículo de plataformas) o directamente ingresó al agua desde la orilla, de acuerdo con lo que señaló, ya que no se observan golpes.
En estos casos, si la caída del cuerpo es de manera horizontal contra la superficie del agua desde una altura muy importante, la superficie del agua se comporta prácticamente como un sólido, pudiendo causar fracturas. Sin embargo, si la caída es de otra manera, por ejemplo, “de punta” (como un clavado), ya sea proyectando la cabeza o los miembros, no necesariamente se producen este tipo de lesiones traumáticas, podrían existir lesiones ligamentales, pero su detección se ve dificultada por el estado de descomposición.
Se estima que el cuerpo podría haber estado en el agua por un rango de 6 a 7 días antes de que saliera a flote. A pesar de la putrefacción general, se observó que la piel presentaba características no tan putrefactas como sería esperable en otras condiciones. Esto se debe a que el agua actúa como un refrigerante natural, facilitando la conservación del cuerpo en cierta medida.